Estamos a la orilla del Mediterráneo, mecidos por el sonido de las olas, los dos solos en esta playa de noche con la visión de una luna llena teñida de rojo, fantasmagórica ocultándose furtivamente entre las nubes.
Juntos, desnudos, abrazados, piel con piel y arropados por la toalla después de ese baño de mar y luna, sintiendo el frescor de tu piel salada que se pega a mi buscando el calor que desprende mi cuerpo.
Unas caricias para calentar nuestros cuerpos, manos ávidas que buscan cualquier parte que las excite y como si tuviéramos hambre, nuestras bocas se precipitan la una contra la otra reclamado besos y lengua de cada uno de nosotros.
La toalla se arruga bajo nosotros con nuestros movimientos, y poco a poco la arena la invade, pegándose a nuestros cuerpos, añadiéndose al sabor de la sal que nos cubre. Ni la sal ni la arena no detienen seguimos gozando con ese combate cuerpo a cuerpo, excitados y jadeantes, insaciables hasta el agotamiento.
Un momento para tomar aliento vuelvo a mirar esa luna roja reflejada en tu cuerpo, nos aferramos mutuamente, siento el aroma que desprenden tus partes mas intimas, y otra vez entablamos un gozoso combate cuerpo a cuerpo, no hay cansancio, frío ni calor, solo placer y ritmos frenéticos despertados por una fuerza animal.
Como un lobo en celo excitado por el reclamo de su pareja, siento ganas de aullar a esa luna roja….
Hemos terminado el verano, volvemos a la gran ciudad.
Los atascos, transportes públicos colapsados, colas para todo.
Una alegría, en el metro en hora punta te podrás imaginas que estas en el gran bazar de Estambul, multitud racial, idiomas desconocidos, olor a humanidad, venta de objetos insospechados y el espacio aprovechado hasta el mas mínimo resquicio.
No me extraña que pueda aparecer el temido complejo de "sardinilla enlatada"
Chema Madoz
¡¡OYE!! ¿Te importa quitar la mano? Ese bolsillo es mio
